Granada, 1983, el oculto martirologio cubano
A treinta y tres años del hecho conversé con más de 60 personas menores de cuarenta años y con un nivel educacional superior al noveno grado y ninguno sabía a ciencia cierta de que les hablaba.
Pregunté: ¿Sabes qué pasó en la Isla de Granada en el año 1983? Mayoritariamente me miraban como si les estuviera haciendo un acertijo. Algunos, los de mayor edad, sin estar seguros de lo que hablaban, dijeron que pensaban allí se había producido una intervención militar. Solo uno me explicó, con meridiana claridad, y porque lo había escuchado de sus familiares.
Pequeña lección de historia ¡muy bien oculta! En octubre de 1983, el Jefe de las Fuerzas Armadas de ese país, por solicitud del partido en el poder, “La Nueva Joya”, da un golpe de estado y asesina al Primer Ministro Maurice Bishop y a toda su familia. Los Estados Unidos, amenazan, y días después invaden la isla. A un grupo de constructores cubanos que se encontraban allí construyendo un aeropuerto junto con un pequeño grupo de Coroneles que Fidel envió en su avión presidencial, AN-24 (el patico), se les exigió enfrentarse a las tropas élites de la 82 División Aerotransportada de los EEUU. Usted, que fue a construir, sin que lo asista el más mínimo derecho, sin el más simple análisis y por la absurda quimera de alguien en busca de una victoria militar sobre sus eternos enemigos está con las armas en la mano y en peligro mortal.
¡No les asistía el derecho, tampoco la razón, ni el recurrente, y muchas veces falso internacionalismo!
Me pregunto, en maniobra espectacular de mi fantasía, y sí ante el empuje incontenible de los constructores, las tropas élites norteamericanos se hubieran retirado: ¿A quién le íbamos a entregar el poder? ¿Qué tiempo permaneceríamos en ese territorio? ¿Qué papel jugaríamos allí mientras tanto?
Nosotros, como ancestral costumbre del régimen, nos enteramos de lo sucedido por las estaciones de radio extranjeras y en primer orden por las del “enemigo”. A pesar de que allí había constructores cubanos y Maurice Bishop era gran amigo de Fidel no fue hasta los tres días que se dijo oficialmente lo sucedido en esa tierra, y ya cuando todo el pueblo cubano manejaba diferentes versiones sobre los hechos.
Los oficiales debían impedir, apoyándose en los constructores cubanos, que las tropas estadounidenses tomaran el aeropuerto en construcción. Pero sucedió lo indeseable. Se enfrentan a las tropas norteamericanas, pero los que combatieron, en su inmensa mayoría, fueron los trabajadores de la construcción, los expertos y “aguerridos” militares que envió el Comandante, incluido el Jefe de las tropas, pusieron pies en polvorosa y dejaron en la estacada a los civiles. Estos coroneles, algunos se encuevaron en la Embajada de la URSS en esa isla, y otros, vagando por los montes y la ciudad fueron detenidos por las fuerzas estadounidenses.
Los militares cubanos fueron cobardes por no enfrentarse al gran jefe y decirle que ellos no estaban dispuestos a cometer el suicidio que se les estaba pidiendo, y mucho menos exigir que otros lo hicieran. Y fueron traidores por permitir que los inexpertos constructores lo hicieran. Jamás se debió pedir que alguien luchara. Esa no era su batalla y por demás tremendamente desigual. Se les pedía inmolarse, ¿en nombre de qué?, ¿por y para quién?
Mientras nuestros militares huían en Cuba las noticias fueron enajenantes. La desgracia que estaba sucediendo, fue además de sobredimensionada, enaltecida y falaz. Lo último que pusieron en boca de una brillante figura de la radio y la televisión cubana fue que los cubanos, defendiendo el último reducto, habían ofrendado sus vidas abrazados a la bandera cubana.
Lo que en realidad ocurrió en Granada solo lo saben los cubanos que regresaron con vida de allí, así mismo son los únicos que saben los vejámenes que cometieron los militares norteamericanos con los oficiales cubanos. Hablando correctamente, no son los únicos que saben lo que allí sucedió, la prensa internacional se dio convite con la desgracia cubana.
Como en Cuba es tabú tratar el tema Granada no he podido brindar cifras ni datos de ningún tipo, solo he sentenciado lo que guarda mi memoria. No quise tampoco recurrir a datos foráneos.
No se habla de Granada por qué a más de lo dicho ese fue el más grande desatino, en todos los órdenes, del ahora compañero Fidel, entonces Comandante en Jefe.
Además se lució defendiendo la posición y el pundonor de un hombre, el jefe de las “tropas” cubanas, llegando a decir de este, y comparándolo con el Titán de Bronce: “Emulo de Maceo”.
¡Que crimen y por demás bochorno!
En Granada, Fidel sufrió su más dura, triste y aleccionadora derrota.
Pero realmente quienes sí sufrieron y sintieron fue el pueblo de Cuba y en especial los familiares de aquellos que de manera tan inútil dieron sus vidas y derramaron su sangre en tierra ajena.
¿Cuándo alguien va a pedir perdón, públicamente, a las madres, esposas e hijos de los mártires de Granada? ¿Cuándo se le brindará explicaciones al pueblo de Cuba por semejante decisión?
A los mártires de Granada, no se les ha rendido un minuto de silencio, sino que sospechosa y reiteradamente este ha durado más treinta años.