La verdadera cara de la moneda
Después del 17 de diciembre del 2014, fecha en la cual se hizo público el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre los gobiernos de EE.UU. y el gobierno cubano, muchos pensaron que los cambios estaban a la vuelta de la esquina, y que Cuba gozaría de beneficios económicos como los goza esta nación rica, con más de 200 años de democracia ininterrumpida.
La gran mayoría de los ciudadanos cubanos pensaron que todo cambiaría de la noche a la mañana, que la escasez y la falta de oportunidades sería cosa del pasado, se percibía júbilo y esperanza en la población, nuevamente volvería a verse luz al final del túnel, aunque persistían algunos escépticos y cautos dentro de la población, como en las democracias la fe de la mayoría minimizaría el escepticismo de pocos. De nuevo éramos amigos de nuestros “enemigos”.
Pero la verdad sigue siendo la misma, los moderados y escépticos tienen razón, al menos a corto plazo los cambios que tanto desea la población aún no son percibidos por éstos. Los cambios en términos económicos se reflejan en la mesa de los ciudadanos, en su poder adquisitivo y aún estos dos brillan por su ausencia en Cuba.
Esta realidad se ve reflejada en una de la manifestaciones más comunes de nuestra cultura, la largas y tediosas colas para adquirir los alimentos de la canasta básica, que la verdad muy lejos están de satisfacer la necesidades de la población, que deben adquirir la mayoría de los alimentos en el mercado negro, paralelos a los mercados del gobierno, pero mucho más competitivos y abundantes en productos, y por ende mucho más caros.
La realidad es que persiste la necesidad y escasez, el hambre y la miseria, la falta de oportunidades, la situación no mejora, todo lo contrario cada día los precios van en alza, empobreciendo cada día más a la sufrida y maltrecha población cubana. Según los especialistas que no son más que el mismo pueblo, hombres y mujeres que luchan por sobrevivir, en su pronóstico del día a día adquirido por años de amargas experiencias, nuestra realidad sigue igual de grave y preocupante.
En mi modesta opinión falta mucho por hacer en términos económicos y políticos, el histórico acercamiento entre ambas naciones aún le falta mucho por recorrer. Pero la realidad es una sola, si queremos verdaderos cambios debemos entender que democracia y libertades económicas y políticas no se importan, por lo tanto, nuestro deber como buenos cubanos es exigir y luchar pacíficamente por esos cambios que tanto necesitamos, y que solo nosotros, única y exclusivamente nosotros, por deber moral e histórico por nuestras raíces y antepasados, debemos alcanzar por nuestros propios esfuerzos.